Páginas

jueves, 21 de marzo de 2013

Una fundación modesta

Centuria Primera (1313-1413)                                                                   Jesús Moya


Santa Clara de Medina de Pomar nace como una fundación modesta, en una época difícil.

Modesta, en todos los sentidos:
     – fundación matrimonial, de personas particulares
     – dotación escasa, en solar poco favorecido
     – construcción elemental, tirando a deficiente

El matrimonio fundador
Acostumbrados a ver siempre juntos a Santa Clara de Medina y a los Velasco, con su escudo repetido por todas partes y en todos tamaños, se nos olvida que este apellido –como cualquier otro– surgió de la nada. Por no ser, puede que en origen fue apodo de origen vascongado: Basco, Blasco, Belasco. Para los filólogos, diminutivo de bela (cuervo). Los reyes de armas lo asociarán con los veros: ‘muchos veros’ en vascuence daría verasco. Armas ‘parlantes’.
El Velasco fundador, que todavía apenas pasaba de Sancho Sánchez en su círculo de relación, aunque de linaje hidalgo montañés, era de la gente nueva en Castilla.
Familias sin papel alguno en la Primera Reconquista –cuyas crónicas eran el referente, el ‘Quién es quién’ y el ‘Almanaque Gotha’ de la auténtica nobleza hispana–, eso sí, ambiciosos y oportunistas, los Velasco ni de lejos tenían el poderío y la influencia que alcanzaron más tarde, como nobles de primera y Grandes de España. De momento eran infanzones, como lo fue toda su vida el Cid Campeador.
Sancho Sánchez de Velasco (¿h. 1266-1315?) fue cortesano y ‘criado’ de confianza del rey Fernando IV el  ‘Emplazado’  (1295-1312). Qué méritos hizo para ascender en una corte de nobles intrigantes, no consta. Un descendiente suyo en el siglo XVI, el Condestable Pedro Fernández de Velasco, pergeñará una memoria de su linaje, a base de historias de familia [1]. Allí reconoce que hasta don Sancho, «que anduvo en la corte del rey don Fernando y fue su privado, no se sabe que anduviesen en la Corte los señores de la Casa de Velasco». Y como razón de tal privanza da la siguiente:

«Y porque muchos grandes de aquel tiempo no se fiaban del rey, diciendo que los quería matar…, dijo don Sancho públicamente, que él se mataría con quien dijese que el rey quería matar a aquellos grandes. E  hízole merced el rey de la Puebla de Arganzón y de los valles de Soba y Ruesga, que serán por todos 2.000 vasallos.» 

Aquella merced real a una servidor leal no era desinteresada, y tenía mucho sentido práctico. Convirtiéndole en señor rural con base económica en villa importante, le capacitaba para mantener hueste propia en servicio de la corona, lo mismo en Castilla con sus nobles levantiscos, que en Andalucía, en el frente de los moros andaluces y benimerines.
Pero volviendo a la versión que da el Condestable, ¿se puede relacionar con algún caso conocido? Yo diría que todo apunta a la historia/leyenda de los Hermanos Carvajales. Dos caballeros comendadores de la orden de Calatrava –escuderos, según otros–, que imputados por el asesinato en Palencia de otro cortesano, Juan Alonso de Benavides, fueron citados a Cortes en Andalucía y condenados a muerte sin pruebas. 
Según la Crónica de Fernando IV, los dos hermanos Juan y Pedro Alonso de Carvajal, en 1312, comparecieron ante el rey que estaba en Martos, Jaén. ¿Lo harían en respuesta a un reto o desafío, para dilucidar el crimen? Las leyes de la ordalía o ‘juicio de Dios’ obligaban a un duelo entre el retador –el campeón del rey– y los retados. 
Pero no hubo tal. En aquel siglo XIV, más pragmático, aquella barbaridad no era de recibo, y hasta la Iglesia lo condenaba. ¿Qué tal un despeñamiento? La jaula de hierro con púas adentro estaba de moda. Metidos en una de ellas, desde la Peña de Martos los dos hermanos fueron lanzados al vacío, y de tumbo en tumbo rindieron viaje.
Aquella sentencia y ejecución (si la hubo) era competencia del Adelantado real en la zona. El cual se llamaba... Sancho Sánchez de Velasco. 
Cuando el Velasco fundó Santa Clara tenía el cargo de Adelantado Mayor, palabra que en su caso significa un gobernador militar por el rey en la frontera de Andalucía, con residencia y cuartel en Baeza (Jaén).
Es posible que ya entonces usara las armas de Velasco:

«que es un escudo en que hay quince cuadros o jaqueles, los ocho rasos de oro, que es el campo, y los siete de veros azules y blancos; y hay en cada cuadro de estos seis veros azules enteros, tres encima de los otros tres, de manera que hay en(tre) todos cuarenta y dos veros azules»

Notemos la precisión técnica del citado Condestable –como quien quiere poner orden en cierto desbarajuste, en cuanto al número y disposición de los veros–, con la advertencia de que los escaques de oro constituyen el verdadero campo o fondo del escudo, donde se dibujan las armas o veros. Esta figura heráldica, interpretada como ondas acuáticas, se refundirá en un mito de origen ultramarino, otro día lo vemos.
Porque todo eso, más los títulos y la corona condal y ducal vendrá después. De momento, en la pirámide social, los Velasco un peldaño por debajo de sus consortes:

«la nobleza de este linaje se parece [= se muestra] en ser las mujeres con quien se casaron de mucho linaje.»

Y tanto. Los Velasco se impusieron un sistema hereditario de agnación –inspirado en la ‘ley sálica’–, donde el primer hijo varón se alzaba con la primogenitura dinástica. Y aunque tal régimen no consta para los tiempos que no ocupan, se cumplió que la mujer del adelantado Sancho Sánchez, por linaje, nada tenía que envidiar al marido.

Sancha García era una Carrillo, linaje con solar  en las Merindades de Castilla, y armas parlantes, ya desde el siglo XIII:

«Traen por armas un castillo de oro, y unos de ellos le traen en canpo azul, y otros en campo colorado. Esta doña Sancha Carrillo le traía en campo azul.»

Castilla
¿Castillo real? Comparándolo con éste ‘correcto’, no parece. En toda Santa Clara, con ser el monasterio tan rico en heráldica, no se conoce una sola muestra de las armas de Carrillo, ni en azur ni en gules. 
El castillo de oro de triple torreta, perfilado y mazonado (mamposteado) en negro, igual que la silueta de ventanas y puerta, fue el emblema del Condado de Castilla y del Reino. El campo preferido fue gules, reservando la realeza el azul para el esmalte de puerta y ventanas. El escudo de doña Sancha que describe su ya lejano vástago, con su campo de azur expresaría ser ajeno al condado, y más ajeno a la realeza.  Carrillo es a castillo, más o menos, como Velasco es a veros.

En achaque de escudos de armas hubo mucha libertad. Precisamente el año de Santa Clara se supone que nació en la Marca de Ancona un niño que se haría famoso como Bártolo de Sassoferrato (1313-1357), una de las mayores autoridades en Derecho. Pues bien, Bártolo compuso un breve ensayo Sobre Insignias y Armas, donde en material heráldica es permisivo, como quien se elige nombre, mientras no lesiones el derecho de otro.
Lo mismo Sebastián Faesch de Basilea (1647-1712), De las Insignias y su Derecho, cap. 11, admitía que el modo más antiguo de adquirir insignias fue tomárselas uno mismo, sin otra condición que ser noble, y sin perjuicio de su transmisión hereditaria, ni del derecho del príncipe a otorgarlas a modo de distinción [2].       

La muerte de Fernando IV (1312) dejó al Velasco en un compromiso. El príncipe Alfonso no tenía dos años cumplidos y la regencia volvió a ser reñida.  En 1313 se autonombran tutores los infantes Juan y Pedro (tío abuelo y tío del pequeño, respectivamente), a nombre de la reina viuda doña Constanza de Portugal. En noviembre del mismo año muere don Pedro, lo que aprovecha la enérgica doña María de Molina para tomar ella  la regencia.
Hablemos ahora del fin de Sancho Sánchez de Velasco. Los que tratamos de cosas de  Santa Clara de Medina repetimos lo que dice su muy tardía inscripción sepulcral en esta iglesia: «Murió en servicio de Dios [y] del Rey sobre Gibraltar, en la hera de 1353», es decir, el año 1315. Este mismo año aparece su nombre por última vez en las Cortes de Burgos.

Cartela sepulcral de los fundadores de Santa Clara

      «Murió sobre Gibraltar»: ¿y eso qué quiere decir? La plaza de Gibraltar había sido ganada para Fernando IV por Alonso Pérez de Guzmán (Guzmán ‘el Bueno’, como héroe nacional) en septiembre de 1309. Años después (entre 1315/1316), el rey de Granada hizo una intentona que no prosperó. De creer a nuestra inscripción, en ese episodio muere el adelantado Velasco, bien entre los defensores, o entre las tropas de socorro, o en fin, de muerte natural por el camino [3].
Es extraño que el Condestable Pedro, contemporáneo de la inscripción, en su semblanza no diga palabra de un hecho que, aun pudiendo haber sido heroico, no se tradujo en algún título o recompensa tangible. En cuanto a la inscripción, toda la colección de cartelas tumbadas repartidas por lo muros de la capilla mayor medinesa es bastante  moderna, y lo que tienen de perfección y elegancia formal les falta de rigor narrativo. En todo caso, el término ad quem de Sancho Sánchez es el año 1321, cuando su mujer doña Sancha en su testamento se declara su viuda.

Volviendo a la leyenda, los espectros Carvajal se aparecen en sueños al rey Fernando y le emplazan ante Dios a juicio, a treinta días vista. Y en efecto, el ‘Emplazado’ murió en 7 de septiembre, 1312. Es decir, cuando el Adelantado y su mujer ultimaban su proyecto de fundación. ¿Qué pudo pasar entonces por la cabeza de aquél que, con el señuelo de un desafío, les habría tendido una trampa a los inocentes, para luego juzgarles y condenarles a capricho del monarca? No insinúo que el fundador de Santa Clara de Medina fue el ejecutor de los hermanos, tan sólo señalo la coincidencia de situaciones y de fechas.

Tengamos también en cuenta la posibilidad de una ‘leyenda viajera’, pues por entonces se propaló desde París otro caso de ‘emplazamiento’, mucho más sonado: el del papa Clemento V y el rey de Francia Felipe el Hermoso por el Gran Maestre de los Templarios, condenado a muerte en la hoguera (marzo de 1314).

Fundación de Santa Clara de Medina
Sea como fuere, también es muy posible que, a la fundación de Santa Clara, Sancho de Velasco no anduviese bien de salud. La Carta fundacional, otorgada por ambos cónyuges en Baeza, se expresa en términos con resonancia de testamento. Cosa, por otra parte, no rara en tales fundaciones, «para salvación de nuestras almas».
Desde luego, el destino en la Frontera de Andalucía era peligroso. Y lo era (paradojas de la Historia), no tanto por las incursiones de los moros como por las disputas sucesorias entre castellanos, ya desde tiempos de Alfonso X el Sabio, hostigado por su hijo el infante don Sancho y apoyado por sus nietos los Infantes de la Cerda. Con otros agonistas, aquellas rencillas coleaban en el siglo XIV.
Doña Sancha García Carrillo, ante una perspectiva de viudedad en su Castilla banderiza, tal vez pensó para sí y sus hijas una casa religiosa de acogida, y un decente panteón para los dos.
El título de Santa Clara de Asís tampoco significaba todavía el gran vínculo que la familia Velasco tendría luego con el cordón franciscano.

El padre de Sancho, Fernán Sánchez de Velasco, estaba enterrado, «con su linaje de antiguos tiempos», en el monasterio benedictino de San Salvador de Oña. ¿A título de qué? De una industria pía, desarrollada por la orden de Cluny, por la que muchos fieles, a cambio de una donación en dinero, en tierras o en su persona, adquirían para ellos y sus familias derecho de sepultura en lugar especialmente sagrado por las oraciones e indulgencias de los monjes. Fernán Sánchez así lo hizo por testamento en 1282, cediendo a la Abadía una heredad en Navas de Bureba. Años después, en 1288, su viuda da el mismo paso, asistida por su hijo Sancho. Éste, sin embargo, no dará con sus huesos en Oña, sino en su fundación propia: Santa Clara de Medina. 

La orden franciscana había tenido una expansión espectacular, también en su rama femenina, fundada en un siglo atrás, en 1212, por Francisco (m. 1226) y su discípula Clara (m. 1253) en su ciudad natal de Asís.
Muchos de los nuevos conventos de monjas fueron antes  casas de beatas, atraídas o absorbidas por las nuevas órdenes mendicantes, en especial las clarisas. Es muy posible que la fundación de Medina fuese en realidad una de estas transformaciones, a partir de una comunidad de mujeres en torno a la iglesita románica de San Millán, en un solar que el matrimonio Sánchez de Velasco-García Carrillo les compra para ampliarles la casa con iglesia propia.

Al fundarse Santa Clara de Medina, en España existían ya bastantes conventos de la Orden. Desde el más antiguo –Santa Engracia de Pamplona, 1228–, contamos casi 50 fundados ya en el siglo XIII. Uno de ellos era el burebano de La Asunción de Castil de Lences (1280), también fundación familiar de la importante familia Rojas, con intereses económicos en la vecina Poza de la Sal.
Tal expansión se modera en el siglo XIV, debido en gran parte a las circunstancias adversas, pero también a la confusión que padecía la orden franciscana, dividida en facciones rivales, mientras la rama femenina también estaba dividida en varias ramas con diferentes reglas. Santa Clara de Medina fue el tercer monasterio de clarisas fundado en este siglo.

Para esta nueva fundación se fijaba el número de xxiv dueñas de velo prieto (oscuro tirando a negro), esto es, señoras hidalgas profesas de la orden de Santa Clara. El número 24 (12 x 2) pudo tener algún significado místico, en relación con los 12 apóstoles. Por lo demás, era un número razonable para mantener vida conventual y un culto religioso con decoro. En otra ocasión hablaremos de la función social de los conventos femeninos en aquella época.
En la Carta fundacional interviene el padre guardián del convento franciscano de Baeza. Sin embargo, y a pesar de que en Medina ya existía el convento masculino de San Francisco, mencionado desde 1306, en la dotación de capellanes para las religiosas no se lo tiene en cuenta. Su relación directa con Santa Clara vendrá más tarde. 

De Carrillo a Velasco: doña Sancha de Velasco
Al hablar de un retiro espiritual para la viuda del Adelantado, no imaginemos a una doña Sancha García hastiada del mundo y dispuesta a llevar vida de monja. De momento al menos, aquello no iba con su temple. Porque, ¿qué tal persona era doña Sancha Carrillo? 
Aquel siglo de clanes, apellidos y depredadores sociales, que con desdén de la doctrina bíblica no reparaban en atropellar a la viuda y al huérfano, seleccionó una casta de mujeres fuertes, defensoras de sus cachorros. Como la reina doña María de Molina, madre de Fernando IV; o como nuestra doña Sancha, que

«muerto el adelantado, su marido, dejó el nombre de Carrillo y llamóse doña Sancha de Velasco, por sostener mejor la casa y parentela de su marido, que le quedó muy pequeño don Fernán Sanchez de Velasco, su hijo.
Y llevándole un día de Bisjueces a Medina de Pumar, salieron a pelear con los que iban con ella los de Salazar, que eran estonces principales caballeros en aquella tierra. Y dijeron los que iban con doña Sancha que se tornasen ella y su hijo a la casa de Bisjueces, que ellos quedarían a pelear con ellos. Y dicen que les respondió que si su marido fuera vivo, y su hijo hombre, que allí se hallara con ellos. Y que aunque su hijo era niño y ella mujer, que no se había de tornar,  y que sería de ella  y su hijo lo que fuese dellos. Y así pelearon, hallándose ella presente, y vencieron aquella batalla.»

Doña Sancha de Velasco mantuvo el favor real en el largo reinado de Alfonso XI (1325-1350), gozando del poder de gobierno y justicia que tuvo su marido. Por su parte, la relación del Condestable Pedro añade  que «después de esto la llevó el rey don Alfonso para aya de su hermana, la infanta doña Leonor, que fue reina de Aragón». Se refiere a Leonor de Castilla, 2ª esposa de Alfonso IV de Aragón (1329).
La nueva Velasca aprovechará todo su poder para hostigar en su tierra a sus enemigos y a los de su casa de adopción.

El más enconado fue Lope García de Salazar ‘Brazo de Hierro’ (h. 1264-1343), natural de La Cerca. Un superhombre mítico, que aunque casado legítimamente con la vizcaína doña Juana de Butrón, mantenía un harén de ocho mancebas, más otras amantes ocasionales, de donde tuvo en total, aparte de los hijos legítimos, otros  120 bastardos. El mayor de éstos y su primogénito, Juan López de Salazar, fue bisabuelo de Lope García de Salazar el ‘Sabio’ (1399-1476), historiador pintoresco de su época en su obra, ‘Las Bienandanzas e Fortunas’.

Salazar
De doña Sancha se dice que tomando a los Salazar una casa o torre, antes de destruirla retiraba todo lo aprovechable, vigas, tejas y demás. También los títulos de propiedad. Tan frío y sistemático todo, que algunos de sus vencidos prefirieron quemar ellos mismos lo suyo, antes que cedérselo.
 Según eso, es probable que en el primitivo monasterio de Santa Clara hubiese más de alguna viga, alguna hilada de tejas y alguna escritura , testigos de aquellas depredaciones. Así conjugó la dama devoción sincera y obligación peleona. Aún vivía en 1336, año en que otorga un codicilo.
En el muro norte de la capilla mayor de Santa Clara, a media altura, campea la gran cartela sepulcral. Detrás de ella se supone que están emparedados los huesos de ambos esposos.

AQVI  YACE  D. SANCHO  SANCHEZ  DE  Vco.  ADELANTADO  MAYOR  
DE  CASTILLA  IVSTICIA  MAYOR  DEL  REY EN LOS TIENPOS DE LOS CATOLICOS
PRINCIPES  D. FERNANDO Y D. ALONSO SV HIJO, REYES DE CAST. Y DE LEON, Y D(ª).
SANCHA CARILLO SV MVGER, QVE DESPVES SE CONOMBRO D(ª). SANCHA DE VELco.
QVE FVERON PRIMEROS FVNDADORES DESTE MONASTERIO Y LE DOTARON
DE VASALLOS, RENTAS, CAPELLANES Y MVCHAS RIQVEZAS MAGNIFICAMENTE. FVE
HIJO DE D. FERNAN SANCHEZ DE VELco., QVE YACE SEPVLTADO CON SVS
MAYORES DE MVCHOS TIENPOS EN EL MONASTERIO DE S. SAL-
VADOR DE OÑA. MVRIO EN EL SERVICIO DE DIOS (Y) DEL REY SOBRE GI-
BRALTAR EN LA HERA DE 1353. REQVIESCANT IN PACE AMEN

________________________________________


[1] Pedro Fernández de Velasco, Origen de la Ylustrísima Casa de Velasco. BNE, mss 3238.
[2] Sebastiani Feschii, De insignibus eorumque Iure. Bartoli a Saxoferrato, Tractatus de Insigniis et Armis. Reimpr. Altorf, 1727. Sobre heráldica en Santa Clara, cfr. Josefina de Silva y Velasco, ‘La heráldica en Santa Clara’; en VV. AA., El Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar. Asociación de Amigos de Santa Clara, M. de P., 2004, págs. 100-123.
 [3] Ignacio López de Ayala, Historia de Gibraltar. Madrid, Sancha, 1782. Ángel María Monti, Historia de Gibraltar. Sevilla, Moyano, 1852.



martes, 19 de marzo de 2013

VII Centenario: Primer Acto Conmemorativo






L día 11 de Enero pasado, en fría mañana, se inauguraron los Actos conmemorativos del VII Centenario de Santa Clara (1313-2013) con una Misa de Acción de Gracias, en el coro del Monasterio.




       Un momento emotivo fue la lectura (en extracto) de la CARTA FUNDACIONAL, otorgada en 
Baeza, el 11 de Enero del Año de la Era Hispana 1351, equivalente a 1313 de la Era Cristiana.







N EL NOMBRE DE DIOS Y DE SANTA MARÍA.  AMÉN

 Sepan cuantos esta Carta vieren, cómo yo, SANCHO SÁNCHEZ DE VELASCO, Adelantado Mayor por el Rey en la Frontera; y yo, Doña SANCHA GARCÍA, su mujer:
Viendo y entendiendo que todas las cosas de este mundo son vanas y perecederas, y ninguna cosa es estable y firme si no es en servicio de Dios...
Por lo cual, viendo y entendiendo que es servicio de Dios y de Santa María y de toda la Corte celestial, y honra nuestra, y salvación de las nuestras almas, y muchas cosas;
AMBOS DOS EN UNO ordenamos, de unos corazones y de unas voluntades, y cumplimos lo hecho, y hacemos en MEDINA DE PUMAR, en un heredamiento nuestro que compramos con nuestros dineros, y que es cerca de la Iglesia de San Millán de la dicha Medina, UN MONASTERIO DE SANTA CLARA EN EL QUE VIVAN VEINTICUATRO DUEÑAS DE VELO PRIETO.
Y damos para construir el MONASTERIO, sin contar lo que ya esta hecho hasta el día Primero de Enero, que comenzó en la Era de Mil y Trescientos y Cincuenta y un Años, CINCUENTA MIL MARAVEDÍS.
Y si a mí, SANCHO SÁNCHEZ, alguna cosa aconteciere antes que todo sea cumplido, doy poder a Doña SANCHA mi mujer, que lo pueda cumplir todo. Y que vele por ello Doña Elvira, nuestra hija, y Juan González de Villaforado, mi Escribano. Y si no lo cumplieren, por el juramento y la promesa que dicha es, que Dios y Santa María y Todos los Santos se lo demanden.
Y otro sí, si a mí, SANCHA GARCÍA, alguna cosa aconteciere, doy este mismo poder a SANCHO SÁNCHEZ para que lo cumpla todo, según se ha dicho. Y si no, por este mismo juramento y promesa que nos hicimos, que Dios y Santa María y Todos los Santos se lo demanden. Y que vele por ello doña Elvira, y el dicho Juan González de Villaforado.
Y otro sí, nos, SANCHO SÁNCHEZ y SANCHA GARCÍA, hacemos voto y promesa a Dios y Santa María de enterrarnos en el dicho MONASTERIO.
Y si alguna cosa aconteciere a alguno de nosotros antes que el Monasterio sea hecho, y no se nos pudiese enterrar, que nos pongan en guarda en la Iglesia de SANTA MARÍA de la dicha MEDINA, hasta que el MONASTERIO sea hecho. Y luego que le lleven al dicho MONASTERIO a enterrar.


viernes, 15 de marzo de 2013

El Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar...



s una de las instituciones más antiguas de la Villa y de las Merindades de Castilla-Vieja. Este año de 2013 cumple su VII Centenario.


Siete Siglos de existencia continuada es mucho, incluso para un convento de monjas Clarisas.
La fecha exacta de la fundación fue el 11 de enero de 1313. Así se celebró ese día, en el rigor del invierno, un acto religioso íntimo y sencillo, reservando los Actos Conmemorativos para el próximo verano.
Sin embargo, para mantener viva todo el resto del año la llama de este Centenario, por iniciativa de la ‘Asociación de Amigos de Santa Clara’ abrimos estas páginas.
En ellas iran apareciendo datos y noticias, artículos y colaboraciones, con foco principal en el pasado y el presente del Monasterio medinés.
Atención especial daremos al Calendario de eventos relacionados con Santa Clara a lo largo de estos meses de vida que tendrá, Dios mediante, esta bitácora.
También hemos diseñado un espacio abierto a los lectores, donde todos puedan expresarse y cambiar impresiones, formular preguntas etc. Como es natural, serán bienvenidos los recuerdos de personas mayores sobre sus experiencias, anécdotas y circunstancias en relación con Santa Clara y la Villa de Medina.


El Compás de Santa Clara, por A. Gallardo

     ‘Las Centurias de Santa Clara’

      ¿Por qué ‘Centurias’?

La centuria de años –el siglo– es una buena unidad de tiempo para acotar los cambios sociales a lo largo de la gran Historia, con mayúscula. Es práctico y didáctico asociar constelaciones de personajes, de sucesos, de descubrimientos e inventos, obras maestras, estilos y gustos, etc., en un intervalo lo bastante largo como para que los cambios sean apreciables.
Ahora bien, hablamos de un convento de clausura. Vida monótona, por definición, de puertas adentro hasta la centuria se nos quedaría corta. Pero Santa Clara ha existido en el mundo, y sus centurias hablan, sobre todo, del impacto del gran Mundo cambiante sobre este pequeño mundo monástico de gran inercia al cambio.
Así, las ‘Centurias de Santa Clara’ serán el relato de la Chronica mundi en lo que ésta haya podido influir en este otro Mundo sin Cronica.
De entrada, la Centuria Primera –el siglo XIV– fue el siglo del Gran Cisma, como también de la Gran Peste Negra; y para Castilla, el siglo de la Gran Crisis política que pudo significar su disolución y absorción por otros poderes, pero que gracias a la empresa de la Reconquista se superará como afirmación de nación-estado en la ‘Comunidad Europea’ de entonces, que era el Sacro Imperio.
De este siglo o centuria fueron los primeros ‘Papas de Santa Clara’: los que confirmaron la fundación del Monasterio, y lo enriquecieron con privilegios y favores expresados en bulas y breves, que hoy son el fondo principal y más precioso del Archivo monástico.
En este sentido, aunque a la fundación de Santa Clara en 1313 era papa –el primero en Aviñón– Clemente V (m. 1314), las primeras bulas a esta Casa son de Juan XXII (agosto, septiembre y noviembre de 1318), seguidas por las de Inocencio VI (enero de 1354) y Gregorio XI (noviembre 1374).
Pero además de los hitos relevantes en la esfera eclesiástica, Santa Clara de Medina registra otros no menos importantes en la historia civil y seglar. Aquí entra, en primerísimo lugar para esta Casa, la promoción social de los Velasco, apellido decorado con títulos nobiliarios y la dignidad de Condestables (1473), «la mayor después de la Real».  
Con luces y sombras, la Casa de Velasco es inseparable de Santa Clara de Medina, donde con el monasterio fundó también su panteón familiar. Aquí la presencia de los Velasco es ubicua. De ese apellido fueron muchas monjas, incluidas Abadesas ilustres. Las donaciones velascas son todavía hoy la partida principal de un patrimonio histórico-artístico, abierto al público sobre todo en la Iglesia y el Museo de los Condestables de Castilla.
Que estas páginas sirvan para conocer más y mejor el pasado y presente de un centro espiritual y cultural de primer orden en la Diócesis y Provincia de Burgos, la Comunidad de Castilla-León y España, y por supuesto, la gran familia religiosa de San Francisco y Santa Clara de Asís.